El paciente de la habitación treinta y tres

El paciente de la habitación treinta y tres
El paciente de la habitación treinta y tres.

Hola y bienvenidos estimados suscriptores y amantes de lo oscuro. Estoy seguro que más de una vez haz escuchado oscuras leyendas sobre edificios abandonados, en los que habitan fantasmas del pasado. 
 
Muchos acaban siendo demolidos, pero otros, como en el que estuvo nuestra protagonista, son reformados y vuelven a abrir sus terroríficas puertas. 

Hacía mucho tiempo que Rosa no encontraba trabajo de enfermera. Le resultaba muy difícil por su falta de formación y experiencia. Y cada año que pasaba, la cosa se complicaba más. Tenía cerca de cuarenta años y era una profesional atenta y competente. 

Pero siempre tenía por delante a jóvenes becadas deseando hacer sus primeras prácticas u otras veteranas que le superaban en habilidades. 

Empezó a darse por vencida y encerrarse en casa deprimida. Su marido Raúl también se sentía fatal por su situación. 

Por suerte, él tenía un trabajo estable como informático. Pero; aunque pudiesen mantenerse, sabían que aquella no era vida para ella. Acabaría trastornada o peor aún, vagando como un alma en pena. 

La enfermería y sobretodo cuidar de los demás era su sueño desde joven. 

Un día, Raúl tuvo una idea un tanto extraña, pero que tenía que probar como último recurso. 

Escuchó que habían remodelado el viejo edificio del psiquiátrico a las afueras de la ciudad. 

Hace tiempo, enviaban allí los casos más severos de esquizofrénicos y psicóticos, pero tuvieron que clausurarlo por la falta de medios. Ahora lo habían reconvertido en un moderno hospital, con todos los avances, listo para abrir. 

Fue hasta la administración junto a Rosa para hacerles una insólita propuesta. Ella trabajaría gratis para ellos durante tres meses y si demostraba su valía como enfermera, tendrían que ofrecerle quedarse. Si no, se marcharía sin protestar, ni reclamar nada. 

Rosa estaba bastante sorprendida, pero no le pareció mala idea, al contrario. Prefería estar ayudando a otros que en casa sin hacer nada, no le importaba no cobrar. 

Y así fue como consiguió un trabajo, además; en uno de los centros más prestigiosos. 

El complejo constaba de cinco plantas, pero sólo cuatro estaban en funcionamiento. La tercera todavía estaba en construcción y conservaba algunos restos de su siniestro pasado. 

Cuando Rosa estaba de guardia a veces se pasaba por allí, extrañamente atraída por las habitaciones ruinosas, con paredes acolchadas y camillas con correas. 

Pasaron las semanas y comenzó a ilusionarse. Desde el equipo de dirección le dijeron lo satisfechos que estaban con su trabajo, también los pacientes. Tanto que finalmente decidieron que se quedaría y además le pagarían los meses que ya había trabajado. Se lo había merecido. 

Las obras estaban llegando a su fin, pronto habilitarían la tercera planta y necesitarían más personal. 

Fue entonces, cuando en medio de una noche de guardia escuchó como la llamaban por la megafonía. La solicitaban para limpiar un desorden en una de las habitaciones del tercer piso. 

Era extraño porque aquel no era exactamente su cometido y el tercer piso no estaba ocupado aún. Tampoco fue capaz de reconocer aquella voz, sonaba tan ronca y profunda que estaba segura de que no le era familiar. 

Como siempre obedeció, dispuesta a ayudar. Al llegar parecía no haber nadie en toda la planta, los pasillos estaban a oscuras, a pesar de que le pareció oír murmullos a lo lejos. 

Buscó a tientas los interruptores en la pared, pero cuando trató de encenderlos no había electricidad. Hacía mucho frío, todas las viejas ventanas estaban rotas. 

Llamó varias veces en alto pero nadie contestó, así que decidió volver a su puesto habitual. 

De camino se acercó por la administración para saber por qué le habían mandado allí, pero la respuesta la dejó helada. Le dijeron que ninguno de ellos había hecho esa llamada. Es más; ni siquiera la habían escuchado por los altavoces. Parecían igual de desconcertados, pero Rosa en seguida pensó que le estarían gastando alguna novatada y lo dejó pasar. 

También puede que hubiese escuchado mal o que simplemente fuesen imaginaciones suyas. 

Eran las tres de la mañana y estaba bastante cansada. Por suerte pronto le asignaron nueva compañera. Fanny, una joven que estaba entusiasmada por aprender a su lado y de la que pronto se hizo amiga. 

Con ella se encontraba más segura, aunque tenía una afición un poco siniestra. Le encantaba hablar de leyendas urbanas y casos truculentos. 

Gracias a ella conoció la aterradora verdad del antiguo edificio donde trabajaban. El psiquiátrico había sido clausurado por el maltrato continuado a los pacientes. 

Eran casos tan extremos, que el personal médico los encerraban durante días. Incluso los dejaban inmovilizados en sus camas y se despreocupaban de ellos. 

A los más histéricos, incluso los golpeaban para calmarlos o los tenían días sin comer. 

Era un panorama desolador, el centro estaba atestado de pacientes que vagaban por los pasillos sin control y los internos se vieron desbordados y perdieron su humanidad. 

Una pesadilla. 

Menos mal que eso no volvería a pasar porque ahora había medios suficientes y gente como Rosa, dispuesta a sacrificarse. Y Fanny resultó ser la ayudante perfecta. 

Pero una noche, durante un descanso en que estaban juntas, aquella siniestra voz volvió a resonar por la megafonía. 

Volvió a reclamar a Rosa, esta vez para la habitación 33 del tercer piso, mientras que mandaba a su compañera a otro sitio distinto. 

Era extraño porque aunque la reforma ya había terminado, esa planta aún estaba desocupada. Intrigada, Fanny decidió acompañarla. Pero cuando estaban a medio camino, como si las estuviesen observando, la voz volvió a reclamar a la joven, por lo que Rosa tuvo que seguir sola. 

Esta vez, los pasillos estaban iluminados por una luz tenue, pero seguía sin haber rastro de nadie. 

Llegó hasta la puerta de la treinta y tres y la empujó lentamente, como si no quisiera despertar a quien estuviera dentro. 

En efecto, había un paciente allí, tumbado en una camilla, pero no había aparatos médicos a su alrededor, ni ningún acompañante que le vigilara. 

Rosa, preocupada, pidió permiso y prendió la luz. 

Lo que vio la dejó helada. Las paredes tenían un nuevo acolchado, como si lo hubieran repuesto. Pero no tenía sentido, ya no cuidaban pacientes mentales en ese hospital. Además; había un montón de arañazos en ellas y algunos restos de sangre. 

Empezó a sentirse atemorizada, pero aún así se acercó al paciente para ver si necesitaba su ayuda. 

Tenía una textura de piel extraña, con un tono amarillento. Sus ojos estaban cerrados, así que trató de llamarlo suavemente. 

Como no respondía, caminó hacia el, y de pronto experimentó una sensación extraña. Trataba de acercarse, pero a cada paso notaba como se iba alejando de ella cada vez más, hasta el punto de desesperarse. 

Le entró el pánico y quiso correr hacia la puerta, pero al girarse se dio cuenta de que no se había movido del sitio. 

Volvió a mirar al paciente y sintió una pena enorme en su corazón al ver su aspecto tan lastimero. Así que juntó fuerzas y decidió intentar acercarse de nuevo a comprobar qué le pasaba. Esta vez si consiguió llegar hasta la camilla, pero lo que vio la dejó aterrorizada. 

Apenas pudo contener un grito. Cuando tocó la mano del paciente, se dio cuenta de que estaba completamente frío, sin vida. No necesitaba tomarle el pulso para saber que estaba muerto. 

Aún así, de repente el reaccionó y abrió los ojos. No sabía si la estaba mirando a ella, porque estos eran completamente negros, tan oscuros como la noche. Pero si era capaz de verse reflejada en ellos. 

Rosa impactada soltó la mano del paciente y quiso correr una vez más hacia la puerta, pero esta se cerró sola de golpe, dejándola encerrada. 

Aterrorizada, se giró lentamente de nuevo hacia la cama. Ahora la camilla estaba vacía y las sábanas revueltas, como si el paciente se hubiera levantado rápidamente. 

Intentó buscarlo a su alrededor, pero la penumbra de la habitación apenas le permitía vislumbrar en las esquinas. Sólo escuchó un susurro ronco y profundo de una voz que enseguida reconoció. 

–Eres como las demás. Ibas a abandonarme aquí dentro. Pero ahora nunca más podrás salir.– 

Mientras, de vuelta en su puesto, Fanny escuchó un grito que venía de la tercera planta. 

Temiendo por Rosa, salió corriendo hacia la habitación 33. Pero cuando llegó y encendió la luz no vio nada extraño. Las paredes lisas estaban recién pintadas de un color inmaculado y las modernas camas estaban listas para ser ocupadas. 

Dio una vuelta por toda la planta, pero no encontró a Rosa. Ni nunca la volvió a ver, desapareció aquella noche para siempre.
Nombre

Acertijos Adsense Afiliados Alianzas estratégicas Análisis de mercado Aplicaciones Biografía Biografías Biología Blog Campaña publicitaria Caricaturas Carta de ventas Celebridades Coronavirus Correo Electrónico COVID-19 Creepypasta Criminales Daenerys Targaryen (Khaleesi) Demonología Deportes Diseño web Disfraces Educación eMail Marketing Emprendedores Establecer metas Euro 2020 Eventos Éxito empresarial Futbol Google Play Guerras Halloween Historia Historias Influencer Leyendas Libro esotérico Libros LosPolinesios Malala Marketing de afiliados Marketing digital Marketing por Internet Metas Música Navidad Netflix Normas de etiqueta en internet Paranormal Películas Personajes Persuasión Política Posicionamiento web Precios Programa de afiliados Redes Sociales Redes Sociales Tendencias Reflexiones Religiones Salud Series Técnicas de Marketing Tecnología Tendencias Teorías TikTok Tocar madera Tradición Tradiciones Tráfico web unicef Upsells Ventas Ventas por Internet Videojuegos Vídeos Youtuber
false
ltr
item
manuelverdugo.com: El paciente de la habitación treinta y tres
El paciente de la habitación treinta y tres
El paciente de la habitación treinta y tres; un hospital psiquiátrico que había sido remodelado para ser hospital para personas enfermas tenía una pe
https://1.bp.blogspot.com/-mQN4tsNcAoQ/YZqd-Rve3lI/AAAAAAAAHcI/dvEUPjl-4NI3JIo_uGcKq52TpfAYah_nQCLcBGAsYHQ/w640-h360/El%2Bpaciente%2Bde%2Bla%2Bhabitaci%25C3%25B3n%2B33.jpg
https://1.bp.blogspot.com/-mQN4tsNcAoQ/YZqd-Rve3lI/AAAAAAAAHcI/dvEUPjl-4NI3JIo_uGcKq52TpfAYah_nQCLcBGAsYHQ/s72-w640-c-h360/El%2Bpaciente%2Bde%2Bla%2Bhabitaci%25C3%25B3n%2B33.jpg
manuelverdugo.com
https://www.manuelverdugo.com/2020/11/el-paciente-de-la-habitacion-treinta-y-tres.html
https://www.manuelverdugo.com/
https://www.manuelverdugo.com/
https://www.manuelverdugo.com/2020/11/el-paciente-de-la-habitacion-treinta-y-tres.html
true
3921223008722186580
UTF-8
No se encontró ninguna publicación No se encontraron publicaciones relacionadas VER TODO Leer más Responder Cancelar respuesta Borrar Por Inicio PÁGINAS PUBLICACIONES Ver todo RECOMENDADO PARA TI Etiqueta ARCHIVO BUSCAR TODOS LOS MENSAJES No se encontró ninguna publicación que coincida con su solicitud. Regresar a Página de Inicio Contenido Ver también relacionado Domingo Lunes Martes Miércoles Jueves Viernes Sábado Dom Lun Mar Mie Jue Vie Sab Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre Ene Feb Mar Abr Mayo Jun Jul Ago Sep Oct Nov Dic En este momento Hace un minuto Hace $$1$$ minutos Hace 1 hora Hace $$1$$ horas Ayer Hace $$1$$ dias Hace $$1$$ semanas Hace más de 5 semanas Seguidores Seguir ESTE CONTENIDO ES PREMIUM Por favor comparte para desbloquear Copiar todo el código Seleccionar todo el código Todos los códigos fueron copiados a su portapapeles. No se puede copiar el código / texto, por favor presione [CTRL]+[C] (o CMD+C en una Mac) para copiar ESTE CONTENIDO PREMIUM ESTÁ BLOQUEADO PASO 1: Compartir en una red social PASO 2: Haz clic en el enlace de tu red social