El mito de la Candileja o la Bolefuego. |
Bienvenidos a un nuevo artículo de terror, amigos lectores, seguidores de mi blog.
Hace tiempo que no viajamos hasta Sudamérica en busca de los mitos más aterradores. Nos hemos ido hasta la región de los Llanos, entre Venezuela y Colombia. Concretamente a una zona conocida como la Orinoquia, por el famoso río que la atraviesa de punta a punta.
Se caracteriza por su paisaje de planicie, que muchos llaneros han intentado atravesar de noche, pero pocos han sobrevivido. Por una criatura que ronda sus tierras, llamada la Candileja o la Bolefuego.
Es una aparición luminosa que surge al paso de los caminantes en las noches más oscuras. A simple vista tiene la apariencia de un farol que gira y zumba con violencia, apagándose y encendiéndose.
Pero realmente es una bola de fuego, con la luz roja intensa y chisporroteante de tres llamas, que toman la forma de tentáculos iluminando su paso con un fuego infernal. Va acompañada de un ruido intenso, como de trastos o tiestos rotos.
En algunas zonas se presenta inicialmente a los vaqueros como una bella mujer, y monta en sus caballos. Pero de pronto toma su forma de bola de fuego y comienza a azotar al caballo, y a los hombres los araña y deja sin sentido.
Frecuenta los lugares en ruinas, las orillas de los caminos y ríos, y los montes más pequeños y solitarios. Aparece cerca del alba, cuando todo está en silencio y el gallo aún no ha cantado. Se estrella con los cercos y vallados, atraviesa puertas y muros para entrar en las casas, se agita entre las copas de los árboles o se echa a rodar por los pastos.
Su origen, como el de otras criaturas, tiene varias leyendas. La más extendida habla de una hermosa mujer llamada Candelaria, con una larga melena negra, piel canela y grandes ojos azules. Se juntó con un hombre aparentemente serio y discreto, llamado Don Esteban, que una vez casados mostró su verdadero carácter, el de un coplero bebedor, amigo de la fiesta.
El matrimonio tuvo dos hijos varones, Sigifredo y el pequeño Esteban. Un buen día, el padre quiso ir al San Pascual Bailón, una tradicional fiesta sabanera, pero sin invitar a su mujer, ni siquiera avisarla, y Candelaria se sintió traicionada.
Tenía tanta ira, que decidió que si su marido no la llevaba, no iría a ningún baile. Agarró el hacha de cortar leña y se la clavó en la cabeza, delante de sus dos hijos. Ellos mismos le ayudaron después a enterrar el cadáver.
Al quedar viuda, Candelaria fue objeto de varios pretendientes, pero no hizo caso a ninguno. Se centró en criar a sus hijos, hasta que se convirtieron en apuestos jóvenes.
Pero también era muy celosa, los vigilaba y no permitía que ninguna otra mujer se acercase a ellos, por miedo a que se los arrebatasen.
Al cabo de unos años finalmente falleció y ascendió al cielo. Allí tuvo que rendir cuentas por sus malas acciones, y fue convertida en una bola de fuego y condenada a vagar por los Llanos.
Otra conocida versión habla de una anciana que tenía dos nietos a quienes consentía demasiado, hasta el punto de que la utilizaban como animal de carga, montándose los dos encima. Cuando finalmente murió, en el cielo le recriminaron la mala educación que les dió, y la castigaron a purgar sus penas atrapada entre tres llamaradas. Cada una simboliza el cuerpo de la anciana y a los dos nietos.
También se rumorea que es el espíritu de una mujer que quemaron viva en su propia casa junto con sus dos niños. O el alma atormentada de una madre que decapitó a su único hijo, destinado a ser obispo, por lo que fue duramente condenada.
La Candileja asalta a cualquier viajero trasnochado y solitario que se cruce en su camino, pero se dice que persigue especialmente a hombres de mala voluntad, como borrachos, padres irresponsables, maridos infieles y todos aquellos que maltratan a su familia. Aunque también puede aparecerse para reprender los malos comportamientos de hijos y nietos.
Si la Bolefuego te ataca, de nada sirve rezar, porque a diferencia de otros seres malditos, se siente especialmente atraída por las oraciones. Más bien al contrario, para ahuyentarla hay que maldecirla, decirle groserías e insultarla, tratándola de endemoniada. Así ella huye con zumbidos aterradores y enfurecidos. También se puede evitar su persecución acostándose en el suelo boca abajo hasta que se aleje.
Se dice que aparece sobre todo en los meses de verano, lo que aprovechan los escépticos para afirmar que la Candileja es simplemente una ilusión óptica, provocada por el reflejo del sol en las ardientes tierras de la zona.
¿Y ustedes amigos, saldrían corriendo o se atreverían a comprobarlo?
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