Resumen:
No quería que lo despertaran. Al despertar, sintió frío y dolor. Ahora preferiría elegir el olvido eterno. Pero la realidad no se quedó atrás. Ella rugió con docenas de voces, lo agarró y lo empujó con muchas manos, brilló intensamente justo en sus ojos.
-¡Dispérsense, denle aire!
-¡Por el contrario, cerca del viento, se congelará!
No entendía lo que estaba pasando. No reconocí ninguna de las voces. Algo le tocó la cara, se movió de la mejilla a la ceja, se movió allí y se alejó zumbando.
-Joven, ¿puedes oírme?-
Parece que hablaron con él. Intentó responder, pero solo un leve silbido escapó de su garganta. Lo intentó de nuevo.
-Sí…
-¿Quién eres? ¿Qué te ha pasado?
Abrió los ojos. La luz procedía de una linterna sobre la docena de cabezas que se inclinaban sobre él. Siluetas cuyas caras no se podían ver.
-¡En nombre de la ley, dispérsense!- una voz fuerte bloqueó el murmullo general. -¡Policía! ¡Fuera, señores! ¡De manera formal!
La silueta que estaba más cerca de él de repente se elevó bruscamente y desapareció entre docenas de las mismas. En cambio, surgieron otros dos hombres, cada uno con una lámpara en la mano.
-¿Es realmente él?- Preguntó uno.
-¿Ves a alguien más empapado hasta los huesos?- Respondió groseramente el segundo. -Ciudadanos, ¿por qué la víctima yace sobre mármol frío? ¿Nadie tiene nada que dejar?-
-Tenemos miedo de tocar, señor oficial.-
-¿Qué es él, una plaga, o qué?- El oficial colocó la linterna y su mano se hundió debajo de la nuca del despertado. Enredada en el cabello mojado, la mano levantó la cabeza y la volvió a bajar, dejándola sobre algo suave.
-Cariño- retumbó otra voz entre la multitud, -¿así que no viste nada o qué?-
-Llegó en un instante. Y sí; pónganos al día, por favor.-
El murmullo de la multitud se calmó de repente, como si nadie tuviera nada que decir. O lo era, pero nadie se atrevía a decirlo en voz alta. Resulta que la música festiva estaba sonando en algún lugar cercano. ¿Por qué estas personas no son felices?
"Bueno", comenzó la misma voz profunda. -en general, él ... a partir de ahí.-
Un susurro recorrió la multitud a su alrededor como el viento rompiendo la superficie del agua.
-¿De ese lado?- sorprendió uno de los oficiales, mirando al joven tendido frente a él, congelado en ropa mojada. -¿Nadó? Es imposible-.
—Peor —dijo una voz de mujer. -¡El voló! ¡Vuela desde allí! ¡Y luego se incendió justo en el cielo!-
Las voces de la multitud recobraron su sonoridad y cada segundo se hacían más fuertes. Pero el oficial superior gritó a todos.
-¡No entren en pánico! ¡Ciudadanos, tranquilos! Los agentes de la ley descubrirán qué es eso. Todos ayúdenme a levantar esto... ¿Cómo se llama...?
-¡Inés! Graznó el extraño. Mi nombre es Inés...
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