Los espíritus del bosque |
Un par de aristócratas, tres guardias por cada aristócrata y una doncella en problemas, pero no una doncella ordinaria.
A juzgar por las orejas puntiagudas, ella es una elfa y por los restos ensangrentados de su ropa, la chica atrapó a esos sádicos. A Víctor no le gustaban esos tipos, oh; cómo no le gustaban, pero aquí no hay leyes y nadie lo detendrá, no solo para arrestarlos, sino para castigarlos. Pero; de nuevo, debe actuar de forma deliberada y decisiva. Cada paso, cada movimiento debe ser calculado.
-¿Bien? ¡Grito! ¡Puedes hacerlo con tu orgullo! ¡Grita y pide ayuda, niña estúpida!
El golpe en la mejilla fue tan fuerte que la bofetada alcanzó incluso a Askel, de la que salió un rechinar de dientes.
"Sí, acaba con ella", sugirió el segundo aristócrata, jugando con su daga.
La chica que estaba de pie enfrente movió la cabeza con orgullo, pero siguió en silencio. Claramente no había fuerzas para correr, las heridas en el cuerpo eran demasiado fuertes, por lo que resta aceptar con orgullo su muerte.
¡Llevar una vida de soltero!
Uno de los guardias se encendió como paja seca y todos los demás, asustados por un fuego tan rápido y por el pánico, se hicieron a un lado. Pero esto no los ayudó, las enredaderas verdes saltaron del suelo y comenzaron a trenzar a todos los que pudieron, incluidos los aristócratas.
El pánico se intensificó, la elfa se dio cuenta de que aquí estaba, ¡su oportunidad de salvación! ¡Los espíritus del bosque no la abandonaron y necesita ser salvada!
Pareció temblar, pero las enredaderas también comenzaron a retorcerse a su alrededor. Un asesino con una media máscara en la cara y unos ojos azules tan atractivos salió de entre los arbustos. Desenvainando su espada, pasó corriendo junto al elfo listo para aceptar la muerte y corrió hacia los oponentes, estupefactos por las maniobras cobardes.
Uno contra ocho...
Comentarios