-¿Por qué?
Casi se cae del avestruz. Tosió y blandió su espada.
-Traes maldad y me insultas...
-Parada. Te veo por primera vez. ¿Qué me reclama, específicamente?
-Así que. Uh-uh...
-¿No hay? Todo adiós. No tengo tiempo.
Salí de la puerta. Pero un minuto después se volvió a escuchar el sonido de la bocina y tuve que regresar.
"¡Lucha conmigo, siervo de la oscuridad!"
Vuelvo a preguntar ¿por qué?
-¡Se supone que debe!
-¿Por quién?
-¿Estás bromeando?
—¿Por qué eres grosero? No te llamé, pero te metiste, hiciste ruido, arreglaste el problema.
Eres una criatura de la oscuridad...
-He oído eso antes. ¿Cuáles son los reclamos?
El caballero gruñó bajo su visor.
Si no luchas, destruiré tu castillo.
-¿Las manos? Puedes empezar por ahí, queríamos reconstruir el muro allí de todos modos.
-¡Suficiente! El caballero se inclinó, chillando con voz fina: "Si no luchas, traeré un ejército aquí". No permitas que yo, sino un caballero más digno, te corte la impía cabeza.
-Es un pecado golpear a los pobres, pero al parecer hay que hacerlo.
Raramente me enojo, y realmente no me gusta pelear, pero el caballero me atrapó con sus gritos.
-¡Abre la puerta!
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