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| El bloqueo, el miedo a dar el salto, casi siempre es una ilusión, es decir; una creación de tu mente. Una creación sin sustento, sin fundamento. |
El miedo; un compañero tan constante en la vida humana que su presencia se ha vuelto casi indiscutible. A lo largo de nuestra existencia, se nos ha enseñado a mirarlo con recelo, a combatirlo e incluso a denigrarlo, sin apreciar que, como tantos aspectos de nuestra complejidad emocional, el miedo tiene dos caras: una que nos retiene y otra que nos impulsa.
La dualidad del miedo; positivo y negativo, es una percepción tan personal como nuestra huella dactilar. Lo que paraliza a uno, puede ser el motor de otro. Esta disparidad no solo radica en nuestras experiencias y conocimientos previos, sino también en nuestras creencias, costumbres y la inevitable preocupación por la opinión ajena.
Los miedos evolucionan; cambian con nosotros. Aquello que ayer nos aterraba, hoy puede no provocarnos más que una leve inquietud, o viceversa. Esta transformación es un recordatorio de nuestra capacidad de adaptación y crecimiento.
Sin embargo; un aspecto crucial a considerar es cómo aprendemos el miedo. Las influencias de nuestro entorno, especialmente durante la niñez, juegan un papel determinante en cómo percibimos y reaccionamos ante el miedo. Es aquí donde se gesta una cadena transgeneracional de temores, donde no solo heredamos los miedos, sino también la carga emocional que conllevan.
A pesar de esta transmisión; raramente se nos enseña a valorar el aspecto positivo del miedo: su función como señal de alerta ante riesgos reales, actuando como un mecanismo de defensa que nos prepara para evitar o enfrentar posibles peligros.
El desafío surge cuando el miedo se desvincula de la realidad, convirtiéndose en un obstáculo más que en un aliado. Este miedo infundado es el que a menudo nos lleva a procrastinar, evitar cambios y permanecer en nuestra zona de confort, impidiéndonos explorar nuestro verdadero potencial.
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| Vence tu miedo a dar el salto o sólo será cuestión de tiempo para renunciar a tus sueños. |
La distinción entre un miedo justificado y uno irracional se revela en la acción. Solo enfrentando nuestros temores podemos descubrir si había algo real que temer. Y aunque el riesgo de equivocarnos existe, el valor del aprendizaje y la experiencia adquirida en el proceso supera con creces el posible fracaso.
Este miedo a dar el salto, especialmente prominente en quienes se aventuran en nuevos emprendimientos, suele ser el resultado de condicionamientos pasados y la presión social. Sin embargo; ceder ante este miedo significa vivir bajo las sombras de lo que podríamos haber sido.
Mi propia travesía hacia la superación del miedo comenzó al dejar atrás la seguridad de mi hogar para explorar lo desconocido. A pesar de las dudas y advertencias, descubrí que enfrentar mis miedos no solo me permitía avanzar sino superar obstáculos cada vez mayores.
La moraleja de mi experiencia es que el miedo, siendo una parte intrínseca de nuestra naturaleza, no debe ser un impedimento. Incluso si el miedo se presenta, podemos actuar a pesar de él. "Hazlo con miedo, ¡pero hazlo!" debe ser nuestro mantra.
A lo largo de mi camino, he acumulado tanto fracasos como éxitos, pero cada uno de ellos me ha enseñado y fortalecido. Y en mi rol como mentor, veo el potencial desperdiciado por el miedo en personas increíblemente talentosas, recordándome que el verdadero cambio solo puede venir de uno mismo.
Creo firmemente que todos llegamos a este mundo con un propósito y que nuestra principal misión es atrevernos a explorar nuestras capacidades, superando los miedos que nos limitan. Al final; los momentos más gratificantes y transformadores de mi vida han sido aquellos en los que a pesar del miedo, decidí dar el salto.
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