Judge Angels
Judge Angels; la aterradora historia de una chica de ojos singulares, daban miedo al mirarlos. La reién nacida tenía el pelo rubio como el sol, la señ
Judge Angels. |
Hoy es un día importante para la familia Clark. Después de 9 meses, la señora Clark finalmente va a dar a luz a su hija.
Todo el mundo conoce al señor Clark, es el juez más famoso de la región.
Tras unas horas, la enfermera que está atendiendo el parto, sale a la sala de espera y se dirige al señor Clark.
–Señor Clark–
–Sí, ¿qué pasa?–
–Huy, es posible que tenga que verlo por usted mismo–
–¿Qué es lo que ocurre?–
–Bueno; su hija parece ser un poco...–
Comienza a explicar la enfermera, retrocediendo a pasos lentos con notable miedo hacia el hombre delante suyo…
–Especial–
Dice finalmente.
El señor Clark empezó a correr hacia la sala donde se encontraba su mujer.
El recién nacido es una niña con pelo rubio como el sol, la señora Clark tenía el pelo rojo, mientras que el del señor Clark era marrón y lo más sorprendente es que la bebé tenía un par de ojos aterradores.
Sus ojos eran completamente negros con un pequeño brillo singular. Daban miedo.
–¿Pero qué le pasa a esta niña?–
El señor Clark gritó con furia a su mujer.
–Seguro que es mía ¿verdad? Voy a pedir una prueba de DNA–
Cuando los resultados salieron, se confirmó que era su hija.
La
niña creció con normalidad. Sus ojos eran completamente oscuros, pero
no mostraban ningún problema de visión, al contrario; parecía mejor que
la de una persona normal.
El señor Clark no acaba de entender qué es lo que pasaba con su hija.
Él
siempre soñó con la niña perfecta y no estaba dispuesto a que nadie
viera a ese monstruo. Egoístamente; decidió criarla en casa.
La señora Clark que dependía para todo del juez, no tuvo más remedio que aceptar.
Años más tare, Dina Ángela, la chica de ojos extraordinarios, acaba de cumplir 13 años. Es una jovencita tímida y callada, que no sabe relacionarse.
Dina sabe que su padre es un juez muy famoso y el más justo, siempre busca la perfección en todo y Dina; no lo es.
Con su madre en cambio, todo era distinto. Dina es la niña consentida de mamá.
Apenas
sale fuera de los recintos de la mansión familiar. Tiene el pelo rubio,
corto y desordenado, pero su madre siempre se lo peina cuando su padre
está cerca.
Al contrario que para él, a Dina le encantan sus ojos, la tienen fascinada.
No tiene ningún amigo. Solía soñar que jugaba con los niños del parque que veía desde su habitación a lo lejos.
Alguien llama a la puerta, es mamá.
–Dina; voy a ir al centro comercial ¿quieres que te traiga algo para ti?–
–No, gracias.–
–Pero hija, no has estado comiendo nada últimamente y pareces tan triste. Te voy a traer algo especial.–
Su madre siempre la estaba consintiendo a escondidas de su padre.
Dina realmente quiere probarlo todo del exterior, pero sabe que no puede, el perfecto señor Clark no permitiría que la gente supiera que su hija es un monstruo.
Maisha, su retorcida niñera que la acompaña desde que nació, la vigila a todas horas a cada paso, cada suspiro.
A Dina le encanta visitar la biblioteca de su padre, aunque a él no le gusta que entre; siempre logra escabullirse para entrar.
La espada de color blanco puro colocada en una vitrina en medio de la sala, es su objeto preferido.
Dina se puede quedar parada durante horas contemplándola.
Según su madre, había una leyenda que decía que la espada pertenecía originalmente a un ángel justiciero y durante una guerra, la espada cayó accidentalmente en el mundo humano y nunca fue encontrado por el ángel de nuevo.
Sin embargo; desde entonces, distintos humanos del mundo comenzaron a usarla.
Se cree que sólo las personas destinadas pueden manejarla.
Dina tocaba la caja de vidrio y casi podía sentir como si estuviera sosteniendo la espada.
De repente oyó pasos acercándose. Dina se esconde, se abre la puerta, es Maisha; la estaba buscando.
Su madre acaba de regresar cargada de bolsas.
El señor Clark se encuentra con ella en la puerta principal.
–¿Qué has comprado?–
Agarra el brazo de la señora Clark cuando le pregunta, se le caen las bolsas al suelo del susto.
–¿Esto es para ella? Te he dicho miles de veces que dejes de consentirla–
El señor Clark abanea el brazo de su mujer que está muy nerviosa y casi se cae.
Dina corre para ayudar a su madre.
–Basta.–
El señor Clark la suelta y se va.
–Mamá ¿estás bien?–
–No te preocupes, estoy bien, estoy muy torpe hoy.–
La verdad es que la señora Clark no puede dejar a su marido, quiere demasiado a Dina y perdería la custodia si se divorcian.
Dina acompaña a su madre a la habitación y se tumba en su regazo.
–Mamá ¿me odias?–
–Mis ojos, por supuesto que no. Tú eres mi ángel después de todo.–
–¿Ángel?–
Dina de repente recuerda la espada en la sala de colección.
–Mamá ¿quieres escapar?–
Su madre asiente.
–Vamos a huir juntas.–
Preparan el plan para escapar una semana después, el día de noche buena. Dina lo ha preparado todo, sólo tienen que esperar hasta que llegue la noche para huir.
Esta sentada en su habitación mirando por al ventana. De repente alguien golpea la puerta, es la señora Clark.
–Corre Dina, tu padre lo sabe.–
Antes de que Dina pueda reaccionar el señor Clark empuja a la señora Clark y entra.
–Maldito monstruo, te voy a matar. Te han descubierto, los periodistas no paran de llamar, te has dejado ver. ¡monstruo!–
El señor Clark la arroja hacia un lado, su madre intenta salvarla y Dina se golpea la cabeza y se desmaya.
Cuando Dina recupera la consciencia, se encuentra encerrada en el sótano, en una especie de jaula. Maisha entra.
–Hey
tu, pequeño monstruo ¿cómo se siente estar ahí? Sabía de tus planes
para escapar y por eso envié tus fotos a los reporteros, te odio desde
que naciste y tu padre, me obligó a vigilarte para no ir a la cárcel,
estoy harta de esta vida.–
Dina estaba demasiado enfadada, siente como si algo nuevo saliese de ella, le agarra el tobillo a Maisha, la hace hacer y la arrastra hacia ella con fuerza.
Maisha grita. Dina mira fijamente a la mujer.
–Lo que has hecho no puede escapar de los ojos de un ángel, así que ahora anunciaré que eres.–
Dina estrangula a Maisha aún más fuerte y susurra al oído de la mujer.
–Culpable.–
Dina ríe histéricamente, no se cree lo que acaba de hacer, agarra las llaves del bolsillo de la fallecida Maisha
para abrir la jaula y sube las escaleras hacia la biblioteca, camina
hacia la caja de cristal, la golpea y recoge la brillante espada del
suelo.
Dina va hacia la oficina del señor Clark, ha llegado la hora.
Su padre no está dentro, pero sí su madre. Parece muy magullada.
Dina se acerca hacia su madre y la sostiene. Su madre ya no respira, se seca las lágrimas y sale de la sala en busca de su padre.
–Papáaa, papii, papiiii ¿dónde estás?–
El señor Clark se encuentra en la cocina cubriendo sus heridas con una bolsa de hielo.
–¿Qué haces aquí? ¿Cómo haz escapado?–
Cada vez está más nervioso.
–Monstruo, eres un monstruo. No deberías haber nacido, aléjate de mi.–
–¡Cómo te atreves a desafiar a un ángel padre? Ahora anunciaré que eres culpable.–
Dina le clava la espada a su padre acabando con su vida. Ya no le queda nada en esa casa.
Como tenía planeado, se escapa para nunca más volver.
La era del ángel justiciero acaba de comenzar. Así que cuidado con lo que haces. Nunca sabes cuando te puedes convertir en…
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