Vailly Evans, te veo. |
Vailly Evans era una joven de quince años, responsable, estudiosa y agradable con los demás. Una chica llena de sueños por cumplir. Era muy guapa, tenía el pelo oscuro, largo y ondulado, y la piel blanca como la porcelana.
Lo que más llamaba la atención de su aspecto eran sus ojos, tenía Heterocromía y sus ojos eran cada uno de un color distinto.
Su
ojo derecho era de un marrón muy oscuro, casi negro, mientras que el
izquierdo era de un azul muy claro, casi como un diamante.
Todo el mundo que la veía por primera vez, se quedaba maravillado.
Como cada día Vailly se despertaba animada, se puso su uniforme escolar, desayunó y se dirigió hacia el instituto.
Sus amigas estaban en la puerta esperándola.
Vailly
siempre estaba atenta en clase, le gustaba ayudar a sus compañeros y
animar a la gente cuando los veía tristes, todo un encanto.
Llegó la hora del recreo y Vailly se reunió con sus amigos, el chico nuevo llamó su atención. Siempre se sentaba sólo en un banco.
Pensó que quizás era tímido y le costaba hacer amigos, así que decidió acercarse a él.
–Ahora vengo, voy a hablar con ese chico.– Dijo a su grupo de amigas.
–¿El nuevo? Parece un poco raro, yo no me acercaría a él.– Dijo una de sus amigas.
–Seguro que es un buen chico.–
Vailly se acercó al banco donde estaba sentado el chico. –Holaaa.– Le dijo Vailly con una dulce voz.
El chico sobresaltado la miró. –Ho… hola.– Dijo tímidamente.
–Perdón que te salude así de repente, es que quería presentarme, me llamo Vailly ¿y tú eres…?–
–Me… me llamo Da-David.–
–Encantada David.–
Ofreció su mano para estrechársela. –Encantado también Vailly–
–Debe
ser difícil empezar en un instituto nuevo sin conocer a nadie. Pero;
seguro que pronto te adaptarás y harás un montón de amigos.–
Sonó el timbre y los alumnos empezaron a irse a clase.
–Bueno; se acabó el recreo, ha sido un placer David, ya hablaremos más otro día, si necesitas ayuda o algo, no dudes en avisarme, seguro que seremos buenos amigos.–
Desde ese día Vailly siempre iba a saludar a David en los recreos y hablaba un rato con él. El chico no era muy hablador.
Casi siempre era Vailly quien le contaba cosas y él se quedaba escuchando.
Después de un largo día de clases Vailly
se fue a dormir temprano. Tenía un sueño profundo y rara vez se
despertaba en medio de la noche, pero esa noche se desveló con la
sensación de que alguien la estaba observando.
Miró el despertador y eran como las tres y media de la madrugada.
Se levantó y fue hacia su ventana para mirar, pero no vio nada.
–Habrá sido sólo un sueño.– Pensó, cerró las cortinas y volvió a su cama, quedando profundamente dormida.
Al día siguiente Vailly fue a saludar a David al banco de siempre, donde solía sentarse, pero no estaba ahí. Era muy raro, qué podría haberle pasado.
Después de salir de clases Vailly recibió una llamada, era David.
–Vailly, no me encuentro muy bien.–
Su voz sonaba algo cansada.
–¿Qué te ocurre?– Preguntó preocupada.
–Nada, simplemente estoy algo enfermo, ¿podrías venir a verme y traerme las tareas?–
–Claro que si, ¿a qué hora voy?–
–¿Podrías venir esta noche?–
–No me dejan ir a sitios por la noche, pero; lo que sea por un amigo.–
–Perfecto–
A las nueve, ella se preparó para ir a casa de David.
Llevaba su jersey gris a rayas con una falda azul. De calzado unas
zapatillas tipo converse de color gris y unos calcetines blancos.
Agarró su mochila y salió para dirigirse a casa de David. Cuando llegó llamó a la puerta. David le abrió, se le veía cansado y se le notaban mucho las ojeras.
–Oh pobre, tienes muy mala cara.–
–La verdad es que si, estoy… estoy bastante enfermo.–
Sonrió débilmente y le invitó a pasar.
–¿No están tus padres?– Dijo mientras observaba a su alrededor.
–No, ellos están todavía en el trabajo.–
Se sentaron los dos en la cocina. David le ofreció un zumo, empezaron a charlar y como siempre Vailly era la que más hablaba y él se quedaba mirándola a los ojos.
A veces ella se preguntaba si realmente la estaría escuchando o sólo pensando en sus cosas. Vailly miró la hora, eran ya las once.
–Oh, pero qué tarde es. Mis padres me van a matar, tengo que irme.–
Se levantó rápidamente, pero David agarró su brazo, deteniéndola.
–No-no quiero que te vayas.–
–Pe-pero David, no puedo quedarme, es muy tarde, lo siento, tengo que...–
–He dicho que te quedes.–
–Es-está bien.– Dijo ella con la voz temblorosa, volviéndose a sentar en la silla lentamente, aún sorprendida.
–¿Qué te pasa? ¿Ya no me cuentas nada?–
–No sé que contarte, quiero irme a casa.–
–Pues,
sabes que no suelo hablar mucho, pero; quiero decirte algo. Desde ese
día que viniste a saludarme y vi tu rostro con esa sonrisa, con esos
ojos, sobre todo tu ojo izquierdo; el azul claro, es mi favorito, no
puedo de dejar de pensar en el, siempre tengo ganas de mirarlo. Ayer fui
a tu casa para observarte, pero tu te despertaste y cerraste la maldita
cortina y ya no podía verte y necesitaba ver ese ojo.–
Vailly no sabía que decir, estaba muy asustada y empezó a llorar. De repente ella empezó a dormirse poco a poco.
David, le había puesto somníferos en el zumo.
Al cabo de un rato empezó a abrir los ojos lentamente. Veía borroso y
notaba la presión de unas cuerdas que la mantenían atada a una silla y
la cinta aislante de su boca que le impedía hablar.
Tardó un rato hasta ver con claridad, ahora estaban en la habitación de David, que se encontraba sobre la cama.
Tenía un brillante cuchillo entre sus manos.
–Te haz despertado antes de tiempo, como te estaba diciendo antes, necesito ese ojo, quiero tenerlo.–
David acarició la mejilla de Vailly, por la que caían lágrimas.
–Oh vamos, no llores, ¿no éramos amigos? Hay que compartir.–
Vailly empezó a llorar desesperada.
–Veo que no te gusta la idea.–
Dijo con una horrible sonrisa psicópata, mientras apuñalaba el ojo izquierdo de la joven que le gustaba.
Vailly se retorció de dolor. La sangre empezó a brotar.
David guardó el ojo con cariño. Desató a la chica y la dejó tirada desangrándose contra la pared. Ya tenía lo que quería.
Me voy a dormir Vailly. Buenas noches, gracias por tu regalo.
Apagó la luz y se fue a dormir, sin ningún remordimiento por lo que había hecho a una inocente joven.
David
se despertó sobre las tres y media de la madrugada, le pareció oír un
susurro, miró a su alrededor. No había nada, sería su imaginación, así
que intentó volver a dormirse.
Escuchó de nuevo el susurro, volvió a mirar y vio una brillante lucecita azul en la oscuridad, justo donde estaba David.
Encendió la luz y pudo ver a la joven. La cuenca oscura y vacía donde antes se encontraba el hermoso ojo azul brillaba.
Vailly
empezó a sonreírle lentamente de forma grotesca. Cada vez su sonrisa se
agrandaba más y más, mostrando unos deformes colmillos apilados.
David
se quedó mirándola totalmente horrorizado y ella con su grotesca
sonrisa. Con una voz fría y aterradora que le helaba la sangre de las
venas dijo:
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