El caso de Dee Dee y Gypsy

El caso de Dee Dee y Gypsy.

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Bienvenidos a un nuevo artículo de terror. 

Hoy les traemos un caso real que hace unos años sorprendió a todos por su retorcida y maquiavélica naturaleza. 

¿Estás preparado? 

Dee Dee Blanchard vivía con su hija Gypsy Rose Blanchard en la ciudad de Slidell, Louisiana. 

Era una mujer muy conocida en el lugar, ya que todo el mundo sabía de la condición de su hija: leucemia, distrofia muscular, asma, problemas visuales y un cierto retraso físico y mental, eran solo algunas de las dolencias de Gypsy. 

Incluso debía ser alimentada por una sonda. 

Era una adolescente de apariencia frágil y aspecto infantil, muy delgada. Tenía el pelo rapado, los brazos llenos de marcas de vías por las que le administraban numerosos fármacos y voz de niña pequeña. 

Además, desde los siete años estaba confinada a moverse en una silla de ruedas. 

Todo el mundo sentía compasión por ella, que pasaba gran parte de su tiempo en hospitales. 

Dee Dee se dedicó a atenderla desde muy pequeña, por lo que sus vecinos la tenían como a una madre modelo, sacrificada y muy amable. 

Los cuidados de Gypsy requerían de mucho tiempo y dinero, que tuvieron que enfrentar solas cuando su padre las abandonó. Y la situación empeoró en 2005 al ver como el huracán Katrina destruía su hogar. 

Afortunadamente, todo el mundo se volcó con ellas, y voluntarios y ONG’s hicieron una colecta para ayudarlas. 

Lograron conseguirles una nueva casa en la ciudad de Springfield, en Missouri, donde pronto comenzaron una nueva vida. 

La historia de superación de esta madre y su enferma hija se dio a conocer en los medios de comunicación estadounidenses. 

Empezaron a invitarlas a programas y galas benéficas, siempre una al lado de la otra, conmoviendo a todo el país y logrando que cada vez más gente las ayudase. 

Pero el 14 de junio de 2015 todo cambió. 

Ese día unas extrañas publicaciones en el muro de Facebook de Dee Dee llamaron la atención de sus conocidos. 

Preocupados, intentaron contactarla por teléfono, y al no responder a las llamadas alertaron a la policía. 

Cuando entraron en la casa, lo que encontraron los dejó atónitos. El cuerpo sin vida de Dee Dee fue encontrado en un charco de sangre en su habitación, con diecisiete puñaladas. 

 

Las puertas no habían sido forzadas y todo se encontraba en orden a excepción de Gypsy, de la que no había ningún rastro. 

Todos se temieron lo peor, pensando que habría sufrido el mismo destino que su madre. 

Pero el testimonio de una de sus vecinas cambió el rumbo del caso. 

Aleah Woodmansee era la única amiga de Gypsy, que tras enterarse del crimen habló con la policía. 

Les contó que la joven había estado chateando con un chico de Internet llamado Nicholas Godejohn, y les mostró algunas de las conversaciones que habían tenido desde su propio ordenador. 

La policía, pensando que podía ser una pista clave para dar con la muchacha, rastreó la IP desde la que se habían publicado aquellos misteriosos mensajes. 

Esto le llevó a Wisconsin, donde vivía Nicholas, que se encontraba en aquél momento junto a Gypsy. 

Ambos fueron detenidos tras sus sorprendentes declaraciones. 

Godejohn confesó la autoría del crimen, mientras Gypsy admitió haberle pedido que la matara. 

Nadie podía creerlo: ¿por qué una joven enferma, tan unida a su madre, había sido capaz de hacer algo así? 

Pero la verdad dejó a todo el mundo sin palabras. 

Gypsy confesó que en realidad no estaba enferma, como su madre le había hecho creer. De hecho, la joven podía andar por sí misma, tal y como comprobaron las autoridades en el momento de su detención. 

Les relató una historia de abusos y maltrato donde Dee Dee controlaba todo lo que hacía. 

La amenazaba constantemente, e incluso llegó a encadenarla a la cama. 

Muchas veces la castigaba sin comer. 

Tampoco la dejaba salir por su cuenta, hacer amigos o tener contacto con el exterior, a no ser que Dee Dee estuviese presente. 

Una retorcida tapadera con la que seguir manteniendo a su hija en una burbuja de irrealidad. 

Cuando se destapó la verdad, algunos médicos que habían atendido a Gypsy declararon que en alguna ocasión habían dudado de su fatal diagnóstico, o que no le habían visto nada. 

Muchos de sus informes médicos habían sido extraviados por su madre, que dijo haberlos perdido cuando se destruyó su casa. 

De hecho, Gypsy ni siquiera sabía su verdadera edad, ya que su madre mintió numerosas veces sobre su partida de nacimiento. 

Se sospecha que Dee Dee padecía el síndrome de Münchausen por poderes, un trastorno por el que algunas madres, pese a tener hijos sanos, los cuidan como si estuvieran gravemente enfermos y está considerado una forma de maltrato infantil. 

 

Gypsy sabía que gran parte de sus enfermedades eran una mentira, ya que siempre pudo caminar y podía comer por sí misma. 

Pero llegó un punto en el que se había hartado de la prisión psicológica de su madre, y cuando conoció a Nicholas y se enamoró de él, encontró la excusa perfecta para empezar una nueva vida. 

Él fue condenado a cadena perpetua por ser el autor material del crimen, mientras ella recibió una pena de diez años de prisión, gracias a los atenuantes de su caso. 

Sin embargo, muchos consideran que tras la sobrecogedora historia de Gypsy se encuentra una perversa joven, que fingió, manipuló y actuó a sangre fría para asesinar a su madre.