Probablemente una de las palabras que más hemos escuchado en lo que va del año sea Coronavirus.
Y no es de extrañar, esta enfermedad es portada en los medios de todo el mundo.
Pero, ¿dónde se originó y cómo está afectando a la población?
Se trata de una familia de virus que normalmente ataca a animales, pero; a veces puede mutar y saltar a los seres humanos.
Y esto fue lo que sucedió en diciembre del año pasado (2019), en el mercado de Wuhan, en China. Una ciudad de más de once millones de habitantes.
Una semana más tarde se confirmó una nueva cepa de esta enfermedad, llamada provisionalmente 2019-nCoV.
Comenzó como una gripe más. De hecho, los síntomas son muy similares a los de otras enfermedades; secreción nasal, tos o dolor de garganta.
Es tan parecida a una enfermedad respiratoria común que sin un análisis es prácticamente imposible distinguirla de un resfriado.
Hasta que los infectados comenzaron a desarrollar fiebre y problemas de respiración, como en una Neumonía.
Tras rastrear el origen, las autoridades concluyeron que se trataba de una nueva enfermedad, que secuenciaron y publicaron el 9 de enero.
Aparentemente, mucho menos letal que otras variantes anteriores, como el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) o el Síndrome Respiratorio de Medio Oriente (MERS).
Dos días después, se certificó la primera muerte por Coronavirus, a la vez que se sumaban 41 nuevos contagios y se contemplaban hasta 700 posibles casos.
Esto confirmó que la enfermedad se transmitía de humano a humano de forma sencilla a través del aire, como en gotas de tos o estornudos.
Los contagios empezaron a multiplicarse y el Coronavirus comenzó a ser tratado como una emergencia Internacional.
Pocos días pasaron hasta detectar los primeros casos en otros países, como Japón, Estados Unidos o Francia.
De hecho, no se descartan en otros lugares, por la facilidad de contagio debido al tránsito de pasajeros.
Entonces:
¿Debemos preocuparnos?
La respuesta es ¡por supuesto!
Al fin y al cabo se trata de una enfermedad, pero tampoco debemos caer en el alarmismo.
Lo cierto es que la letalidad de este nuevo virus se sitúa en torno al 3%, no tan preocupante si lo comparamos con algunas cepas de la gripe común.
Además; gran parte de las muertes hasta el momento se han dado en pacientes que ya tenían otros problemas de salud.
Pero si podemos seguir algunos de los consejos de la Organización Mundial de la Salud: evitar acercarnos demasiado a otras personas sospechosas de contagio, cubrirnos la nariz y la boca al estornudad o toser y lavarnos frecuentemente las manos.
Algunos optan por utilizar mascarillas.
El Coronavirus es un problema real, y seguro que todos nos hemos preocupado aunque sea un poco después de ver las noticias.
Pero debemos recordar que todas las medidas que se han tomado son las habituales, ya que se trata de una enfermedad desconocida.
Confiemos en nuestros médicos y autoridades, que están velando por nuestra seguridad. Y ayudémonos entre nosotros, tomando las preocupaciones que estén en nuestras manos.
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