Razón por la que bostezamos. |
Que pereza, que sueño, que aburrimiento, que hambre. Todos los seres humanos bostezamos. De hecho; la mayoría de animales vertebrados lo hacemos, pero… ¿por qué bostezamos?
Este es uno de los rompecabezas más antiguos para los científicos. De hecho, no es algo sobre lo que tengamos una respuesta única y definitiva todavía, pero poco a poco nos vamos acercando más a la respuesta y es que ya se han hecho varios estudios que nos dan algunas pistas.
¿Preparados? Vamos a por ello.
Las teorías sobre el bostezo se dividen en dos grupos, aquellos que piensan que el bostezo debe ser una forma de comunicación que ofrece varios beneficios sociales y los que creen que el bostezo debe tener una causa fisiológica y un beneficio físico.
Sobre esta última corriente de pensamiento, hace unos años la Universidad de Princeton hizo un estudio que recogió información tanto de ratas, periquitos y seres humanos.
Los datos mostraron que cuando empezamos a bostezar, al estirar potentemente los músculos de nuestro cuello y cara, favorecemos un aumento en el flujo de sangre por nuestra cabeza.
Además de la sangre, la inspiración profunda durante el bostezo, también fuerza hacia abajo a través de la médula espinal el flujo de líquido cefalorraquídeo, un líquido incoloro que baña a nuestro cerebro y médula espinal, sirviendo de amortiguador y protegiendo a nuestro sistema nervioso central, entre otras muchas funciones importantes como transportar los nutrientes de nuestro sistema nervioso o eliminar sus desechos.
Pero la cosa no queda ahí, y es que la ola de aire frío que inspiramos al bostezar, ayuda a enfriar estos fluidos y juntos estos procesos pueden estar actuando como un refrigerador, ayudando a nuestro cerebro a deshacerse de la sangre que esté demasiado caliente a la vez que introducimos sangre más fría desde nuestros pulmones y extremidades.
Esta hipótesis se conoce como la hipótesis de la refrigeración cerebral. La siguiente pregunta lógica era de esperar: Si esta hipótesis es correcta y al necesitar el aire externo para evitar el sobrecalentamiento de nuestros cerebros, entonces deberíamos bostezar más cuando el aire es frío y menos cuando es caliente, ¿no?
Pues Andrew C. Gallup y su equipo, los mismos investigadores que hicieron el estudio del bostezo en ratas, periquitos y humanos, se dispusieron a seguir investigando sobre esta cuestión. Lo que hicieron fue preguntar a ochenta peatones en invierno, cuando estaban a veintidós grados centígrados y a otros ochenta peatones en verano, a treinta y siete grados centígrados.
Les enseñaron fotos de personas bostezando. Todos sabemos que a menudo solemos bostezar cuando vemos a otros bostezar. Sin embargo, en el ambiente más frío, el cuarenta y cinco por ciento de las personas bostezó mirando las fotos, pero en el ambiente más caluroso, solo el veinticuatro por ciento de las personas lo hizo. Es más, las personas bostezaban más si habían estado en el exterior mayor tiempo en el clima frío y menos si habían estado más tiempo en el exterior en el clima caluroso.
Y aunque hasta la fecha esta hipótesis pueda parecer muy prometedora, aún faltan muchos más datos para poder aceptarla completamente y estar seguros de su veracidad. Algunas de las dudas por las que los científicos aún se muestran reticentes ante esta posibilidad son, por ejemplo; que al pasar cierto umbral de calor, a muy altas temperaturas el bostezo se suprime y somos incapaces de bostezar o lo hacemos mucho menos.
También algo que sí sabemos con certeza, es que existen otras maneras bien establecidas por las que nuestro cuerpo regula su temperatura, como el sudor, y no termina de estar claro por qué necesitaríamos otro regulador que no es muy eficiente cuanto más lo necesitamos.
¿Pero recuerdas que antes comentábamos que también existen los que piensan que el bostezo es una cuestión social?
Esto también es un campo en estudio, y algunas de las principales ideas son que los efectos fisiológicos del bostezo son demasiado pequeños como para tener una función biológica importante, por su efecto contagioso puede ser una clave.
De hecho, incluso también existen estudios que apoyan la idea de que a mayor cantidad de personas en grupo o una comunidad susceptible a un bostezo contagioso, mejor es la interacción social y la empatía entre ellos. Tanto es así, que hace un par de años un estudio de la Universidad de Baylor concluyó que es más improbable el contagio del bostezo en personas con rasgos de psicología, como ser egoísta, manipulativo, impulsivo, dominante y falto de empatía.
Esperamos que a ustedes no les hayan dado ganas de bostezar después de leer este artículo amigos… ¿les hemos contagiado el bostezo?
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