 |
| La leyenda del padre sin cabeza. |
Era un día muy caluroso. Un sacerdote recién llegado a la parroquia se disponía a colocar todas sus pertenencias. Había realizado un largo viaje, así que estaba deseando acomodarse para descansar.
Cuando consiguió colocar mínimamente sus cosas, decidió dar una vuelta por aquella iglesia. Era grande y tenía anexa una vivienda a su disposición. Cruzó el patio hasta llegar a una escalera de caracol que llevaba al campanario.
Por el camino se quedó totalmente maravillado por la tranquilidad del lugar. Había un gran jardín con muchas flores, árboles y pájaros. Aquel entorno le transmitía paz así que se sentó en un banquito para respirar aire puro.
Incluso cerró los ojos, estaba muy relajado. Pero de repente, un sonido lo alertó. Abrió los ojos de golpe y creyó ver una figura a lo lejos. El sol ya había caído, así que no distinguía nada con claridad.
Forzó su vista al máximo para intentar descifrar qué se escondía tras los arbustos, pero era imposible, no lo veía. Así que se centró en su oído, pues aquel sonido seguía allí. Era como una especie de quejido.
Decidió seguirlo y ver por fin de qué se trataba, así que se levantó y comenzó a andar. Pero iba prácticamente a tientas, el lugar parecía más oscuro que hacía un rato. Iba palpando las ramas de los árboles para no caerse. Hasta que dejó de tocar vegetación y se topó con una especie de tela. Estaba rota y desgastada, pero no conseguía ver quién o qué la llevaba puesta.
Y de pronto, una luz tenue comenzó a iluminar lo que tenía ante él. Se trataba de una persona con un hábito. Era una especie de sotana. Cuando la luz fue iluminando aquel cuerpo llegó el horror.
No tenía cabeza, era una persona sin cabeza. No pudo contener un grito y en ese momento su cuerpo temblaba como si se fuese a caer. Cuando pudo reaccionar, echó a correr sin rumbo fijo. Solo quería escapar de aquel cura decapitado que flotaba tras él, como si sus pies no tocaran el suelo.
Seguía gimiendo, era un llanto desesperado. Y entonces pudo entender lo que decía, quería recuperar su cabeza.
La leyenda del sacerdote sin cabeza tiene múltiples variantes dependiendo de la zona en la que se encuentre. Incluso puede cambiar dentro de un mismo país. México, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Cuba, Colombia, Perú...Todos conocen al padre sin cabeza.
Lo que sí parece concordar entre todas es que dicho personaje era un sacerdote católico de la época colonial.
De entre todas las versiones, la más aceptada es la que afirma que muchos monjes o curas fueron asesinados por los hacendados. Querían mantener a los indígenas libres de creencias religiosas o que estos pudiesen cambiar su conducta influenciados por otra persona.
Otra de las versiones dice que el padre sin cabeza fue un sacerdote que vivió en pecado y murió repentinamente, sin poder confesarse.
Este fantasma suele aparecerse todos los viernes, justo en la entrada de las iglesias, a altas horas de la noche. Por lo general, suele ser en noches oscuras, sin luna.
Algunas personas que dicen haberlo visto, afirman que puede cruzar puertas incluso cuando están cerradas. Si se cruzan con él, un escalofrío recorre el cuerpo, que rápidamente baja de temperatura.
Todos dicen que no busca hacer daño, aunque quien lo vea se asuste mucho. Lo único que quiere es encontrar su cabeza, por eso pide ayuda desesperadamente.
En Guatemala la leyenda tiene nombres y apellidos. Cuentan que en 1945 en León Viejo dos hermanos; Hernando y Pedro, alentados por su madre, planearon asesinar al Obispo fray Antonio Valdivieso. Era un gran defensor de los indios y mediador entre los funcionarios y el clero.
Se cree que con su decapitación los asesinos se repartieron la riqueza y el poder de la zona. Fue el primero de muchos. Puede ser este el hombre que dio vida al fantasma que más tarde muchos vieron a menudo cruzar la puerta de su iglesia o recorrer las principales calles.
Si lo ven amigos, recuerden que no quiere hacerles daño, sino simplemente recuperar su cabeza.
Comentarios