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La isla de las muñecas

La isla de las muñecas
La isla de las muñecas.

Aunque México está lleno de paradisíacos lugares, hay uno que lo que produce se asemeja más al terror que a cualquier otra sensación. 

En medio de un pantano, las cabezas de bebés de plástico cuelgan por todas partes. 

Les estamos hablando de la isla de las muñecas, situado en la ciénaga de Xochimilco, en la parte sur de la ciudad de México. 

Allí hay construidas muchas chinampas, una especie de islas artificiales que están formadas por balsas cubiertas de tierra y que se solían usar para expandir el terreno de cultivo, a las que se llega a través de trajineras. 

Don Julián Santana Barrera era el dueño de uno de estos islotes, uno completamente adornado por un montón de tétricas muñecas abandonadas. 

Empezó a decorar el lugar con las dichosas representaciones de la figura humana a partir de 1950. 

Santana era un hombre agradable, que siempre salía del barrio de la Asunción hacia su chinampa para recoger su cosecha que después vendía, pero; poco a poco dejó de hacer eso y se mudó a la misma isla alrededor de 1975, convirtiéndose en una especie de ermitaño. 

A partir de ese momento, paró de bajar a vender y esta actividad pasó a manos de su sobrino; Anastasio

Julián le confesó por qué había comenzado con la recolección de las siniestras muñecas

Supuestamente el hombre presenció como una joven niña se ahogaba entre los lirios del pantano antes de que pudiese hacer nada. 

Desde ese momento, el espíritu de la niña empezó a acosarlo todas las noches. El pobre hombre no era capaz de dormir, así que decidió empezar a recoger muñecas de todas partes, de la basura, de la calle, de donde fuera, para utilizarlas como protección contra los malos espíritus. 

Los vecinos observaron perplejos como cada vez, la chinampa de Julián tenía cada vez más y más muñecas. Unas enteras u otras a pedazos. Sus cabezas y extremidades y cuerpos empezaban a adornar cada centímetro de la isla

El propio Julián aseguraba que algunas de las muñecas aparecían allí solas, sin que nadie las colocara y según él, esas lúgubres figuritas le hacían compañía, lo cuidaban y ayudaban a que se dieran mejor las cosechas. 

Los residentes del barrio, pronto empezaron a pensar que la isla de las muñecas debía de estar maldita. A veces se escuchaban las risas o los sollozos de los juguetes. 

Este miedo a las muñecas tiene un nombre, se llama Pediofobia y viene siendo el miedo a las representaciones inertes del cuerpo humano, el terror de que estas nos miren o se levanten de su estantería. 

¿Pero a qué viene este pavor? 

Desde tiempos inmemoriales, las muñecas han tenido fines mágicos o macabros, por ejemplo; en Japón existe una fiesta llamada Hina Matsuri o la fiesta de las muñecas. En las que se utilizan las muñecas para atrapar espíritus demoníacos y así evitar el encuentro de estos con sus dueños. 

También en la cultura vudú se utilizan las figuritas humanas de trapo como puente para maldiciones. 

Sin irnos demasiado lejos, son varias las adaptaciones de historias de terror en la que la tensión es creada a partir de una muñeca de porcelana que se mueve, está maldita y amenaza con acabar con la vida de los protagonistas de la historia. 

La película de Annabelle de 2014 o su precuela; Annabelle Creation del 2017, trata el tema de las muñecas demoníacas. 

Hacia los años 90; la isla de las muñecas se convirtió en un sitio turístico después de que la chinampa fuera nombrada patrimonio de la humanidad en 1987. 

La gente empezó a visitar la isla, incluso a una de las muñecas, la preferida de Julián; La Moneca, los visitantes le piden deseos y le hacen ofrendas para que éstos se cumplan. 

Uno de tantos días; Julián Santana y sus sobrinos salieron juntos a pescar como muchas otras veces, pero ese día Julián le contó una nueva historia… 

… En el lago había una hermosa pero también peligrosa sirena que hacía un tiempo que lo pretendía. 

El bello ser marino era cada vez más insistente y siempre estaba intentando engañarlo para que se fuera con ella. 

Pero no debía preocuparse, porque él le cantaba para que se fuera y lo dejase en paz. 

Aquél mismo día, cuando Anastasio volvía de vender la cosecha, se encontró al pobre Don Julián fallecido en la orilla. El hombre había sufrido un ataque al corazón, justo donde le había dicho a su sobrino que la sirena lo pretendía. 

Desde ese momento, Anastasio pasó a hacerse cargo de la Chinampa. Podría parecer que los hechos misteriosos de la isla acabarían ahora, pero no fue así. 

El sobrino de Julián aseguró escuchar en varias ocasiones como las muñecas se movían solas de un lugar a otro. A veces lloraban y escuchaba a su tío hablar con ellas para tranquilizarlas. 

Los turistas siguieron acudiendo a la isla y haciendo más ofrendas, muchas de estas solían ser más muñecas, que Anastasio siguió colocando en la isla en honor a su fallecido tío. 

Algunos visitantes no eran tan agradecidos y en lugar de dejar una muñeca en la isla o simplemente no hacer nada, se llevaban alguna muñeca como souvenir. Pero estas personas acabaron abandonándolas por el terror que les causaban. 

La isla de las muñecas es un gran paraje turístico desde hace años. Los visitantes comentan que el lugar es a la vez hermoso y tenebroso. 

Muchos de ellos también aseguran que algunos de sus deseos se han cumplido después de rezarle a la muñeca. 

¿Y tú? ¿Conocías la historia de la tétrica isla de las muñecas? ¿Te atreverías a visitarla?
 

Bibliografía

Leyendas 1144069032136780231

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