Chuky, el muñeco diabólico. |
Sucedió el 9 de noviembre de 1988, en un barrio marginal de Chicago, Estados Unidos, el silencio de la noche se rompió con el ruido de pasos acelerados y las lejanas sirenas de los coches de policía. Por un callejón oscuro un hombre corría sin aliento, cojeando por una herida de bala en su pierna.
Se trataba de Charles Lee Ray, un asesino en serie conocido como el estrangulador de “Lakeshore”.
Era el criminal más buscado del momento, por la brutalidad y ensañamiento de sus crímenes. Y ahora que por fin lo habían encontrado, todo el departamento de policía corría tras él para atraparlo, vivo o muerto. Desesperado, intentó esconderse en una tienda de juguetes, hasta donde le persiguió un detective que le disparó nuevamente en el pecho.
Arrastrándose como pudo, llegó hasta un estante lleno de muñecos de la marca “Good Guys”, que en ese momento causaba furor entre los niños.
Acorralado y sabiendo que su fin estaba cerca, el Estrangulador agarró uno de los muñecos y comenzó a recitar unas palabras en un idioma extraño, que parecían una especie de conjuro mágico. Al instante se desató una tormenta salvaje y un potente rayo descargó sobre la tienda, haciendo saltar por los aires al detective y todo a su alrededor.
Cuando la policía llegó y buscó el desorden, encontró el cuerpo sin vida de Charles Lee Ray, al que sus escasos allegados conocían como Chuky.
Unos días después Karen Barclay, una madre viuda, volvía a casa del trabajo para celebrar el cumpleaños de su hijo, cargada con una voluminosa caja. Al abrir la puerta, Andy; que cumplía seis años, fue corriendo a recibirla, sabiendo que traía su regalo. Lo desenvolvió con ansia y le invadió la emoción al ver que era lo que tanto había deseado:
Un muñeco de la marca “Goog Guys”.
Desde entonces el juguete, casi de su mismo tamaño, se convirtió en un compañero inseparable.
Cuando estaban a solas, Karen podía escuchar desde fuera como en su habitación Andy conversaba con él sin parar. Según decía, le había contado que se llamaba Chuky y que quería ser su amigo. El niño se obsesionó con el, pero su madre no le dio mayor importancia.
Un día que Karen tenía turno de noche, Andy se quedó al cuidado de su niñera. Aunque insistió en que Chuky quería ver las noticias de las nueve, esta apagó el televisor y los mandó a su cuarto para acostarse. Sorprendentemente, al volver al salón se encontró a Chuky sentado en el sofá y la televisión con el informativo puesto. Agarró al muñeco de malas maneras y lo tiró de vuelta a la habitación, regañando a Andy por su travesura, a pesar de que él decía no haber hecho nada.
Pasaron las horas y la niñera, que esperaba leyendo en el sofá a que la madre volviese, de repente comenzó a escuchar unos ruidos extraños por la casa. Pasos rápidos, muebles arrastrándose. Fue a la habitación de Andy para regañarle de nuevo, pero el niño estaba durmiendo plácidamente en su cama, en la misma postura que lo dejó.
La chica comenzó a ponerse nerviosa pensando que podría haber alguien más en la casa.
Fue hasta la puerta principal para comprobarlo y se la encontró abierta, con una silla apoyada junto a la cerradura. Volvió a escuchar el ruido de pasos y de repente le invadió el pánico.
Corrió hasta el teléfono para pedir ayuda, pero al descolgar no había línea. Alguien había arrancado el cable de la pared.
Ahora sí sabía que no estaba sola. Desesperada miró a su alrededor, buscando algo con lo que defenderse, pero no encontró nada. Fue hasta la cocina, esperando hacerse con un cuchillo, y se topó con el muñeco de Andy parado sobre la encimera, con su mirada perdida y esa sonrisa burlona.
Aquello le heló la sangre, pero tenía que acercarse para poder llegar hasta los utensilios.
De repente, cuando estaba a escasos centímetros del muñeco, éste pareció mirarla directamente, como cobrando vida, acentuando su sonrisa.
La chica aterrorizada, no supo como reaccionar al ver a Chuky moviéndose solo, agarrando un martillo de cocina y alzándolo contra ella. Le asestó un golpe brutal en la cara que le hizo caerse hacia atrás, perdiendo el equilibrio y atravesando la ventana.
Su cuerpo se precipitó seis pisos hasta impactar violentamente contra un coche aparcado en la acera, hundiendo el techo.
Así comienza la primera de las películas sobre el personaje de Chuky, titulada “El Muñeco Diabólico”.
Este aterrador film cuenta la historia de un asesino en serie, experto en rituales de vudú, que consigue transferir su alma a un muñeco poco antes de ser atrapado por la policía. Este cobra vida y comienza una ola de sangrientos crímenes con el objetivo de volver a traspasar su alma a un cuerpo humano antes de quedarse atrapado en el juguete para siempre.
La película se convirtió en un auténtico fenómeno que dio lugar a seis secuelas, un remake en 2019, en una serie a punto de estrenarse este año. Y montones de muñecos réplicas del original, que todos los fans querían llevarse a casa, probablemente con la “ilusión” de que también cobrase vida.
Lo que muchos no saben es que la figura de Chuky está inspirada en un caso real que ya ando buscando la información para crear el artículo.
El de Robert the Doll, un muñeco de finales del siglo XIX que sembró el pánico durante varias generaciones, hasta acabar actualmente custodiado en un museo, en una urna de seguridad. En su entorno se produjeron varias muertes y sucesos misteriosos, pero nunca se pudo probar su implicación, ni nadie le ha visto directamente cobrar vida.
Por lo menos nadie que haya podido contarlo.
La historia de Chuky, por muy surrealista que parezca, nos hace recordar que todavía existen misterios y fuerzas ocultas que escapan a nuestro control o entendimiento. Y que el mal, en su más pura esencia, puede amenazarnos en cualquier momento.
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