Lobisón
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Lobisón. |
Esta vez regresamos a Argentina para hablarles del Lobisón, una de las criaturas más misteriosas y extrañas de este país por la que nos han preguntado.
El hombre lobo es, junto al vampiro, la más famosa de las criaturas sobrenaturales que conocemos. Su figura existe desde hace cientos de años y está presente en numerosas culturas y pueblos de todo el mundo.
No se sabe con exactitud cuando surgieron las primeras leyendas a su alrededor. De hecho, se cree que pueden ser tan antiguas como la humanidad misma, lo que lo hace todavía más terrorífico.
Esta criatura está directamente relacionada con la licantropía, la habilidad por la que un ser humano se convierte en hombre lobo. Esta capacidad es adquirida de forma hereditaria, de padre a hijo o bien siendo mordido por otro de su clase. La transformación suele darse en contra de su voluntad, en las medianoches de luna llena.
Casi todas las tradiciones coinciden en representarlo como una mezcla entre perro y lobo de gran tamaño. Tiene ojos brillantes, feroces colmillos y grandes orejas, y camina encorvado sobre unas largas patas acabadas en garras.
Sus sentidos se agudizan y obtiene una mayor velocidad y fuerza.
Cuando se transforma, lo hace con gran dolor y agonía. Los huesos se le alargan y cambian de forma y a veces puede llegar a rasgar su propia piel. Como resultado, surge una criatura con parte humana y parte lobo, en proporciones variables.
El proceso puede llevar varios minutos, por eso suele alejarse y esconderse en los bosques, donde puede permanecer oculto sin ser molestado.
Una vez transformado, se dedica a hacer tropelías durante toda la noche. También sale en busca de comida: su preferida es la carroña y los desechos, por eso no es extraño verlo vagando por cementerios o granjas.
Aunque algunos rumores afirman que su plato preferido son los bebés recién nacidos, con los que se le hace la boca agua.
En todas sus representaciones, el hombre lobo es siempre un varón. En su aspecto humano suele ser flaco, desaliñado, huraño y antipático.
Su piel es de un tono amarillento y es habitual que desprenda un olor desagradable. Se dice que los sábados suele caer enfermo, debido a todas las porquerías que comió el día anterior.
Dependiendo del país, esta criatura puede recibir varios nombres: hombre lobo, licántropo o lobisón, como se le conoce en Argentina o Paraguay. A pesar de que comparte muchas características con los relatos europeos, la leyenda de estos países tiene su origen en la mitología guaraní.
Esta cuenta la historia de Taú, un espíritu maléfico que se enamoró de una doncella llamada Keraná. Utilizando distintas artimañas la secuestra, ocasionando una profunda tristeza en la tribu de la joven, que lo maldicen.
Debido a esta maldición, la pareja fue condenada a parir monstruos. Los seis primeros nacen de forma prematura y se dedican a saquear y a esparcir el terror por el mundo. La leyenda dice que fue el séptimo y último hijo de Taú y Keraná quien heredó la capacidad de convertirse en mitad humano y mitad lobo todos los viernes y martes de luna llena y los días 13 de cada mes.
A raíz de esta fábula, se ha extendido la creencia de que el séptimo hijo varón de cualquier familia se convertirá en lobisón, mientras que si es niña será una bruja.
Por ello, hace años era habitual que estos bebés fueran abandonados por sus padres.
Para evitarlo, desde el siglo XIX en Argentina y Paraguay este niño es apadrinado por el presidente del país, creyendo que de esta forma obtiene una protección mágica. También hay quien dice que debe ser bautizado siete veces en siete iglesias distintas como único remedio para detener la maldición.
Pero, lo que probablemente todos se están preguntando es cómo se puede vencer al lobisón.
Algunos creen que se debe utilizar un arma con balas de plata o balas benditas. Otros creen que la única solución es cortarle la cabeza y arrancarle el corazón, para asegurarse de que jamás podrá regresar.
Que este mito sea tan antiguo como nuestra propia existencia nos hace pensar si es posible matar a una de estas criaturas. Quizás sus poderes sean tan sobrenaturales que no podamos hacer nada contra ellos.
Lo más probable es que deambulen tranquilos por las calles, camuflándose entre nosotros, esperando a que la luna llena se eleve en el cielo para iniciar una nueva noche de cacería.