El origen de las brujas. |
Ya queda menos para el día de brujas o Halloween, la noche más espeluznante del año, y seguro que una de nuestras favoritas.
¿Ya sabes que también se le conoce por el nombre de noche de brujas?
Esas criaturas sobrecogedoras que han amenazado al hombre desde el principio de los tiempos.
Hoy se verá en este informe algo más sobre su historia y la naturaleza de sus poderes.
Los primeros indicios de brujería aparecen ya en las civilizaciones clásicas, casi siempre practicada por mujeres.
Se reunían de noche, tenían el poder de transformarse en animales voladores e incluso eran capaces de provocar enfermedades o tempestades.
Las brujas más famosas de la Grecia Clásica fueron Medea y Circe, cuyas habilidades residían sobre todo en su dominio de las pócimas mágicas.
Se las solía asociar a ciertos lugares, considerados portales de paso al mundo infernal, como pantanos o cementerios.
Algunas aprovechaban su conexión con los muertos para predecir el futuro, como Erictho durante la antigua Roma. O la bruja de Endor, a la que según la biblia recurrió el rey Saúl para hablar con el difunto profeta Samuel.
Se reunían en los aquelarres o Sabbats, fiestas celebradas a medianoche, donde bebían y bailaban en honor al dios cornudo de la fecundidad y la naturaleza.
Para ello escogían lugares alejados de las poblaciones, donde practicaban rituales mágicos que les otorgaban más poder.
Las 'juntanzas' también servían para convertir a los nuevos adeptos, niños y niñas que eran secuestrados de sus propias casas y consagrados a este dios.
Comenzaban sirviendo como discípulos de otras hechiceras, hasta llegar a convertirse ellos mismos en brujos.
Otros pequeños corrían peor suerte y acababan sirviendo de alimento en banquetes caníbales o como en ingredientes para elaborar pociones y ungüentos mágicos.
Para llegar a estos aquelarres apartados, las brujas se desplazaban a gran velocidad, viajando en una ráfaga de viento, montadas en una bestia o en una escoba mágica.
Algunas incluso tenían el poder de teletransportarse.
Otro de sus poderes era convertirse en alguno de sus animales favoritos; el cuervo, el sapo, la liebre, la rata o el gato.
Pero no solo en occidente existían este tipo de criaturas, también en América Latina.
La tradición habla de brujas que se transformaban en aves, en concreto; en un mítico pájaro conocido como chonchón. Tenía el aspecto de una cabeza humana, de la cual salían alas y garras.
Otras vestían un macuñ o chaleco hecho con la piel del pecho de una doncella muerta, que les permitía volar.
Pero tan terroríficas fueron las prácticas de las brujas como la persecución que sufrieron en la Edad Media.
Todo comenzó alrededor del siglo XIII, cuando la Iglesia empezó a asociarlas con el culto al demonio, y creó los tribunales de inquisición, para perseguirlas y castigarlas.
Muchas acusaciones se debían a intrigas políticas o simplemente por envidias.
A veces, se trataba solo de curanderas que utilizaban remedios naturales y muchos inocentes fueron juzgados.
Para identificar a las brujas y hacerlas confesar, se sometía a las sospechosas a todo tipo de torturas.
Se las interrogaba durante horas, confundiéndolas con falsas promesas de salvación.
También les pinchaban el cuerpo con agujas, para ver si sangraban o mostraban dolor.
Existía la creencia de que las auténticas brujas flotaban en el agua, así que las procesadas eran atadas de pies y manos y lanzadas a un lago.
Si salían a la superficie, quedaba demostrada la acusación. Si por el contrario se ahogaban en el fondo, sus almas inocentes estaban salvadas.
Las declaradas culpables eran condenadas a morir quemadas vivas en la hoguera.
La época más cruenta vino a partir del siglo XV, cuando se permitió que tribunales civiles llevasen a cabo los juicios.
Se calcula que se condenaron a muerte entre 50 mil y 100 mil personas en toda Europa. El 80% mujeres.
Las últimas víctimas datan de finales del siglo XVIII y principios del XIX, cuando numerosas protestas consiguieron frenar estos crueles procesos.
Muchas brujas pasaron a la historia con nombre propio. Alice Kyteler; la primera de la que se tiene constancia, data del siglo XIV. Era una bella mujer irlandesa, capas de manipular a los hombres para que cumpliesen todos sus antojos.
Sin embargo; la madre Shipton, una poderosa clarividente del siglo XVI, tenía el clásico aspecto asociado a las brujas; cuerpo encorvado, ojos saltones y enorme nariz aguileña.
En 1621, Elizabeth Sawyer fue acusada de embrujar los niños y el ganado de los vecinos que se negaban a comprarle escobas.
Acabó confesando ser bruja y haber acariciado al diablo, quien se le aparecía en forma de perro y fue ejecutada.
Elly Kedward fue acusada en 1785 de engañar a varios niños de su pueblo para sacarles la sangre. Su historia inspiraría siglos después la película “El proyecto de la bruja de Blair”.
En la actualidad, la comprensión hacia la brujería y los ritos paganos ha cambiado mucho. De hecho; existen religiones conocidas públicamente, como la Wicca; que basa sus prácticas en las de aquellas hechiceras y otras religiones ancestrales.
Para ser Wicca es necesario tener una formación y entrenamiento, pasar por distintos grados y ser iniciado por otro miembro o sacerdote.
Pero existen otros lugares, como ciertas zonas de África, donde se sigue practicando la brujería de forma más aterradora, con rituales que implican mutilaciones e incluso el sacrificio de víctimas indefensas. Según denuncia la organización para la defensa de la infancia de la ONU.
Así que ya saben; tengan cuidado con lo que hacen este Halloween. Deja los hechizos y pociones para los profesionales si no quieres ser el blanco de iras de una malintencionada bruja.
Aunque las brujas no existen ¿verdad que si?
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